Rodeando
el núcleo de la Tierra, existen unos seres que se dedican a crear orificios
para intentar salir a la superficie. Desde épocas inmemoriales, estos bichos
han intentado alcanzar el exterior. Estas extrañas criaturas son denominadas
“enderlaposaurios”. Al llegar a la Tierra, vieron que estaban completamente
indefensos ante cualquier ser que la habitaba. Debido a ello, con los años han
logrado la capacidad de expulsar un gas que paraliza a sus presas y les permite
devorarlas vivas dejando únicamente intacto el cráneo, en el que se instalarían
para poner e incubar sus huevos.
Hasta
hace poco, sólo se alimentaban de roedores y algunos reptiles pero, con los
años, el gas que expulsaban se hizo cada vez más mortífero; es por eso que empezaron
a alimentarse de osos y animales cada vez más grandes. Comenzaron entonces a
cazar humanos: gran error por parte del enderlaposaurio.
Este
ser se volvió una plaga para ellos y trataron de encontrar algo que los pudiera
matar. Sin embargo, cualquier cosa resultó inútil. Manteniéndose a menos de
cinco metros de distancia, el gas les alcanzaba y les paralizaba para ser luego
devorados.
Los
científicos se dieron cuenta de eso y decidieron investigar una solución para
acabar con ellos. Declararon el estado de alarma hasta que se encontrara el
arma adecuada para defenderse. Como con cualquier catástrofe similar, tardaron
años en dar con una solución. Tras probarla en un enderlaposaurio anciano,
comprobaron que funcionaba, pero ellos iban mutando hasta volverse inmunes.
Empezaron, por tanto, con la búsqueda de una cura para la parálisis sin
resultado alguno.
Pasados
diez años, el enderlaposaurio acabó con más de la mitad de seres vivos en la
Tierra. En apenas cincuenta años ya sólo quedaban algunas pequeñas casas con
diez habitantes cada una. Los supervivientes no salían ni para buscar comida,
alimentándose de los cien rollos de papel higiénico que habían comprado.
AUTOR: Aram Gil Kramer
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