Un día, en el parque, un grupo de amigos estaba jugando con una pelota. Uno de ellos le dio muy fuerte a la pelota tanto que llegó a volar y acabó en un tejado de una casa, por suerte sabían que la casa era de un amigo suyo que les devolvió el dinero. Al volver al parque escuchó a dos personas hablando de un lugar muy misterioso que no era muy pero que muy visitado, casi nadie había ido y los que habían ido no volvieron nunca. Cuando se puso de noche, el niño que había escuchado eso se fue a su casa y estuvo pensando en qué podía haber ahí, así que decidió ir a ese lugar al día siguiente. Al día siguiente, por la mañana, el niño se fue hacia ese lugar, tenía un poco de miedo porque ese lugar no lo había visitado casi nadie, y quienes habían ido, no volvieron nunca, eso le resultaba raro porque no era normal que alguien no volviera. Al llegar, vio una casa muy pero que muy destrozada, no había visto nuca tal destrozada. Vio una puerta, la abrió y nada más agarrar el pomo se cayó la